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Storytelling, o el arte de contar historias, surge en el entorno de las empresas sobre los años 90, como de costumbre en Estados Unidos, para dar nombre a las historias que se contaban para motivar o convencer a las personas. Si nos centramos en el marketing, este término se refiere al arte de crear o contar historias relacionadas con empresas o productos.
¿Por qué surge esta nueva forma de marketing?
Muy sencillo. Las historias veden.
A los consumidores no nos gusta que nos vendan directamente, porque es sabido por la mayoría de personas en este Siglo, que la publicidad es engañosa, por eso las empresas han aprendido a camuflarlo en forma de historia.
Los empresarios utilizaban y utilizan este tipo de historias para motivar a su personal y convertirlos en embajadores de las empresas, porque no hay nada que venda más que un trabajador fiel a su empresa y su marca.
Entonces, a alguien se le ocurrió la brillante idea de, esas historias que tanto maravillaban a sus empleados, exteriorizarlas a sus consumidores, con un único propósito, y el mismo que en los 90, VENDER.
Pero… ¿Por qué venden las historias?
A los seres humanos nos gustan. Nos ayudan a empatizar con los actores de la historia y esto hace que se cree una unión entre los personajes (marca) y el consumidor, una relación “real” y “humana”, o eso es lo que la empresa tiene que hacer creer a los clientes.
Las historias que se cuentan mediante el storytelling no tienen por qué ser necesariamente reales o necesariamente inventadas, sino que este término se centra en el arte de saber contarlas, eligiendo una buena historia que debe estar perfectamente relacionada con los valores de la empresa y que, por supuesto, enganche.
Tras este fenómeno han surgido infinidad de entidades dedicadas a la enseñanza y aprendizaje de comunicación de historias, motivación de trabajadores… y es que realmente, saber comunicar no es nada sencillo.
Por ejemplo, este fin de semana me he encontrado con una historia que nos cuenta Giles Lury, en su libro “75 historias de marketing con moraleja” (versión española).
En este primer capítulo se relata la historia real del secuestro de Terry Anderson, que duró cuatro largos años. Según he podido investigar, Terry es una persona que adora leer. Durante sus años de cautiverio, los secuestradores se limitaron a ofrecerle libros baratos con poco éxito. Después de días y días leyendo esas piezas, un día se le ocurrió dibujar un pingüino en un papel y se lo dio a sus raptores.
Cuenta la historia entonces, que fueron capaces de entender lo que Terry les transmitió con ese dibujo, y días después le entregaron una caja de TV llena de libros de esta editorial, Penguin Books, entre los que se encontraban Heródoto y Los Hermanos Karamazov.
Según describe Lury en su libro, Terry contó años después que, al no poder comunicarse con sus secuestradores oralmente, pensó que ese pingüino era una imagen representativa y conocida de una editorial que, cualquier tomo que le trajeran, seria digno de ser leído.
Como podéis ver, una historia sencilla, y que le puede llegar muy hondo al receptor.